No tengo muy claro cuanto diferencia hay entre este bicho alargado de patas extremadamente delgadas y yo mismo. Igual si miran bien el ADN encontramos tantas similitudes que me asombro.
Por eso yo no creo en el ADN, o al menos, tampoco creo en mí mismo.
Al bicho sumamente delgado lo dejé en paz, no lo aplasté no fuera a ser algún vecino del barrio, convertido en bicho volador.
En mi barrio hay mucho creyente que está convencido de la reencarnación, y por eso hay que tener cuidado con quien chafas de un manotazo.