Sorprende que algo tan sencillo y débil como una flor hermosa pueda crearnos sensaciones de belleza propia y que no somos capaces de copiar.
Parece un objeto inerte, no suena a nada, casi no huele, no se deja tocar sin que se destroce, y en cambio nos inspira, nos provoca.
Debe ser el color, sus contrastes y sus formas. La naturaleza tiene sus trucos.